La tecnología de finales del siglo XX nos trajo los videos, una nueva modalidad para ver y escuchar música, con cambios estructurales y nuevos conceptos.
Antes, el cine y los teatros constituían escenarios para exponer el talento de los cantantes en el marco de grandes y medianas orquestas, mostrando sus maravillosas voces a través de creaciones románticas, folclóricas y universales en un contexto que nos permitía disfrutar de toda la gama musical del mundo, con el estilo profesional de los que estudiaban canto.
De este cercano ayer fue ingresando al mundo de la música, con cautela y buenas producciones, el rock and roll con un diseño revolucionario en la envoltura de una piel grata al oído.
Con el tiempo, este cambio de dirección hacia un esquema de violencia musical en el que sus bandas y vocalistas se fueron quitando las camisas en los escenarios, en medio de un sonido cercano al aquelarre, con la posesión delirante de las baterías y la percusión.
Esta metamorfosis dio paso a otro concepto de la música que actualmente sobrenada, desesperada, en medio de la turbulencia de un mar competitivo de las casas disqueras, que están a punto de naufragar víctimas de la piratería y de la pobre y efímera consistencia de las producciones.
La fusión de géneros como el rap, el reguetón o el rock con viejos ritmos, surgieron de la mano de videos cargados de sexo y escenas pornográficas para suplir la falta de los elementos vitales de la música tales como la cadencia, la armonía, el mensaje y el respeto al público.
Con este tipo de creaciones se ha generado una nueva tendencia musical de movimientos corporales, en los que prevalece el atávico sonido de los tambores africanos, que convidan a la juventud a deleitar su sistema sensorial y sexual con bruscos y electrizantes contoneos y un mínimo porcentaje de música.
El rap, proveniente del inglés que significa golpear con los nudillos, es un estilo musical surgido a finales de los 70 en los Estados Unidos por grupos americanos. Su desarrollo entre 1984 y 1990 forma parte de lo que hoy se conoce como hip hop, en el que se rapea con música de reggae contemporáneo.
También se afirma que es una variación del toasting jamaiquino, nueva modalidad que está arrasando en todos los estratos de las nuevas generaciones, y que bien podría denominarse la antimúsica por el escaso contenido de acordes musicales.
La seducción que sienten los chicos y chicas por esta música radica en su integración con la danza y el ritmo de baterías y percusión, combinado con una letra cursi de corte casi infantil. En un principio eran recitaciones improvisadas y eslóganes sin creatividad, que con el tiempo evolucionaron a letras rimadas y abstractas.
En unos años, nuestros nietos dirán que estos nuevos géneros son el ‘paso doble’ de su época y con la velocidad de la tecnología se crearán y fusionarán nuevos ritmos que caracterizarán a las jóvenes sociedades, insaciables de ritmos musicales, que se convertirán, como ahora, en las melodías predilectas para sentir con el cuerpo y el corazón.